Aunque las varices son un problema de salud considerado por la mayoría algo típicamente femenino, la realidad es que hasta un 35% de los afectados por esta patología son hombres. Muchos de ellos creen, por error, que se trata simplemente de un asunto estético, por lo que suelen consultar con el médico de familia o con el especialista muy tarde, cuando el problema de circulación ha avanzado y tienen ya varices de gran tamaño o con complicaciones.
Esta diferencia entre los dos sexos se explica por la influencia que ejercen los estrógenos y la progesterona a lo largo de la vida de las mujeres, especialmente durante el embarazo. Por otro lado, el tono muscular de la pared venosa es menor en las mujeres que en los hombres, por lo que el riesgo de patologías venosas en ellas es algo mayor.
En los varones, las varices suelen tener un gran componente hereditario, por lo que si un familiar las ha padecido, conviene estar alerta vigilando los síntomas. Son signos claros de que puede haber un mal retorno venoso que favorezca la aparición de varices: el cansancio en las piernas, la hinchazón, la pesadez, el picor insistente y el entumecimiento.
Otros factores de riesgo que favorecen la aparición de varices -también en la población masculina- son el sedentarismo, el sobrepeso, una dieta con un exceso de calorías, permanecer mucho tiempo de pie o sentado por motivos laborales o estar expuesto a temperaturas muy altas en el entorno profesional.
Las varices en los hombres suelen ser más voluminosas y con mayor longitud que las que se observan en las mujeres y, como hemos apuntado, cuando ellos consultan por el problema, puede que las varices presenten ya algún tipo de complicación, como hemorragias producidas por golpes o rascadas (varicorragia), tromboflebitis o úlceras varicosas, que pueden requerir de tratamiento quirúrgico para hacerles frente.
Es por lo tanto importante destacar que hay que tomar conciencia del problema y en cuanto aparezcan los primeros síntomas acudir al médico, especialmente si hay antecedentes familiares. Otras medidas a tener en cuenta y que ayudarán a manejar la situación son seguir una dieta equilibrada, hidratarse de forma regular, perseguir un descanso suficiente y practicar habitualmente ejercicio físico.
Igualmente, es muy oportuno utilizar calcetines de compresión de forma habitual pues contribuyen a favorecer la circulación sanguínea, especialmente en las personas que tienen un trabajo sedentario o en el que han de permanecer mucho tiempo de pie.
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